"TINA:
El sol brilla y dejo que sus rayos acaricien mi
cara.
Camino lentamente, sin prisas. ¿Para qué? El
Instituto ha acabado. Digo adiós a los exámenes, a esas materias que por más
que quisiera no se me quedaban en la cabeza, adiós a las charlas continuas de
los profesores, adiós a esos besos secretos que quedarán para siempre en el
olvido entre las cuatro paredes de un cuarto de baño. Me despido de todos esos
recuerdos…al menos durante el verano.
Voy sin rumbo fijo. Me dejo
llevar por mis pies; al menos ellos tienen claro a dónde ir. Paso cruces y
paradas de autobús, dejando cada vez más atrás un presente que poco a poco se
va convirtiendo en pasado.
Al llegar a la puerta principal
del parque veo a un chico sentado en un banco. Lo observo de arriba abajo y
deduzco que más o menos tiene mi edad. Es guapo. Sigo mirándole, ahora con
interés. Mueve continuamente las manos por el banco, analizando su estructura y
su textura. Un repentino sentimiento de curiosidad me impulsa a ir a hablar con
él.
Cuando me acerco vuelve la cara
hacia mí y me veo reflejada en sus ojos, transparentes como el agua. Ahora
comprendo el continuo vaivén de sus manos sobre el banco: es ciego. Me ruborizo
ligeramente y aparto la cara.
-Puedes mirarme. No me molesta.
-Lo siento-balbuceo.-No
pretendía ser descortés, yo…-Me azaro aún más.
-No te preocupes-esboza una
amplia sonrisa. Unas bellas perlas adornan su boca.-Mi nombre es Álex.
-Tina-y también sonrío.
-Estoy cansado de estar
sentado. ¿Te apetece dar una vuelta?
-Claro
Empezamos a andar y entramos en
el parque. Los almendros están plagados de almendras y todos los árboles
presentan una tupida copa de un verde intenso.
-¿Hay alguien alrededor?
-No, ¿por qué?
-Siento que alguien o algo nos
observa-miro a todos lados y encima de una rama cercana la veo. No me había
percatado de ella, estaba oculta en la oscuridad y nos miraba con sus dos
pequeños luceros refulgiendo en la sombra. Me río alegremente.
-¡Es una ardilla!-rebusco en mi
mochila y encuentro unas nueces medio rotas de la tarde anterior. Cojo a Álex
de la mano y un cosquilleo me recorre el cuerpo. Nos agachamos juntos y le
pongo los frutos secos en la mano. La ardilla comienza a bajar lentamente del
árbol, indecisa. La curiosidad y el hambre se apoderan de ella y recorre los
últimos metros hasta su premio. Coge rápidamente las nueces de las manos de
Álex y sube corriendo a lo alto del árbol. Sonríe, su sonrisa es contagiosa y
termino sonriendo yo también.
Nos levantamos de nuevo y Álex
posa sus manos sobre mis ojos, apagando la luz y dando paso a la oscuridad.
-Aprende a sentir. Déjate
llevar, que los sentidos sean tu guía. Huele, toca, oye… mira el mundo desde
otra perspectiva.
Empiezo a soltarme, me muevo
torpemente pero pronto empiezo a adaptarme: me llegan sonidos hasta antes
desconocidos pero, por raro que me parezca siempre han estado allí. Es algo
increíble. Ni yo misma sé describirlo. Nos centramos siempre en lo material, en
lo físico…en lo que podemos ver. No abrimos nuestra alma.
Abro lentamente los ojos y le
veo enfrente de mí. Muy cerca. Siento su respiración y sé que él siente la mía.
Terminamos caminando de nuevo, muy juntos el uno del otro.
Pasamos junto a unos rosales. Álex se para, aspira por la nariz y
finalmente me pregunta.
-¿A qué huele?
-Son rosas
-Rosas…me encanta el olor.
El sol se empieza a poner en el
horizonte. Las nubes tapan poco a poco el sol, arropándolo. La luna, llena y
redonda, en su máxima plenitud se alza poderosa en lo alto del cielo, indicando
que ahora ella es la protagonista.
Miro la hora en el reloj y veo
que se me ha hecho muy tarde. Dolorosamente me despido de él. Lo abrazo con
ternura.
-Me ha encantado conocerte.
Espero que algún día nos volvamos a ver-con estas palabras me alejo. Miro hacia
atrás y veo que él también se aleja.
Sigo caminando y la tristeza se
va apoderando de mí. De repente lo oigo: mi nombre. Me doy la vuelta y lo veo
parado respirando entrecortadamente. Entonces lo escucho: unas palabras
sinceras, cargadas de amor; unas palabras que llevo queriendo escuchar desde el
momento en el que le vi: te quiero. Corro hacía él, temiendo que de un momento
a otro se desvanezca en el aire y me quede sola. Rodeo su cuello con mis brazos
y lo estrecho junto a mí, junto a mi corazón.
-No te dejaré marchar, nunca-le
susurro.
ÁLEX:
Miles de sonidos se alborotan
dentro de mí: los gritos y las risas de los niños; el canto de los pájaros; las
promesas de amor entre las parejas, de las cuales pocas llegarán a cumplirse…
Los cálidos rayos del sol,
anunciando la llegada del verano golpean mi ya bronceada cara. Me siento en un
banco cercano a la entrada de un parque. Lo toco y analizo su estructura, su
textura e intento recordar su color…
Llevo sin vista 3 años y desde entonces
las imágenes de mi cabeza se han ido difuminando poco a poco hasta convertirse
en un humo blanquecino que con un simple soplo se alejan, llevándose así toda
mi vida. Excepto el día del accidente. Su recuerdo me asalta en las noches,
aprisionándome:
“Mi padre conducía, yo iba de copiloto y mi hermana Rebeca iba atrás.
Jugábamos al veo-veo. Un todoterreno negro venía en dirección contraria a toda
velocidad, su conductor iba borracho y a mi padre no le dio tiempo a
esquivarlo. Un par de vueltas de campanas y nuestro coche aterrizó en la
cuneta. Rebeca murió en el acto, con solo 5 años; mi padre quedó tetrapléjico y
yo me golpeé la cabeza contra el salpicadero, dañándome la vista. Los airbags saltaron pero no sirvieron de
nada: el impacto era demasiado fuerte. Los servicios de emergencias no pudieron
hacer nada por Rebeca; mi hermanita había muerto y yo en lo único en lo que
podía pensar era en por qué no había sido yo.” Desde entonces he tenido que
aprender a valerme por mi tacto, mi oído y mi olfato.
Noto que alguien se acerca, por
su perfume deduzco que es una chica. Levanto la vista hacia ella. Me observa y
rápidamente aparta la vista.
-Puedes mirarme. No me molesta.
-Lo siento…No pretendía ser
descortés, yo…-se empieza a poner nerviosa.
-No te preocupes-sonrío.-Mi
nombre es Álex.
-Tina-siento como su tono de
voz se relaja. Tiene una bonita voz.
-Estoy cansado de estar
sentado. ¿Te apetece dar una vuelta?
-Claro.
El reflejo de la luz sobre mis
párpados se oscurece un poco al entrar en el parque. Noto como alguien o algo
nos mira insistentemente.
-¿Hay alguien alrededor?-Tina
se ríe.
-¡Es una ardilla!-coloca algo
rugoso y partido en mis manos y al poco rato unos bigotitos me hacen cosquillas
en la mano. Sonrío y ella sonríe también. Nos levantamos y seguimos caminando.
Ella muy cerca de mí. Yo muy cerca de ella. Aprecio un dulce aroma. Huele
realmente bien. Decido preguntarle.
-¿A qué huele?
-Son rosas
-Rosas…me encanta el olor.
Deben de ser muy hermosas.
-Lo son. Tienen unas hojas
suaves y del color de la menta. Sus pétalos tienen colores variados. Algunas
son blancas como la nieve; las hay rosas e incluso amarillas como el sol.
Aunque las más bonitas son las rojas: rojas como el atardecer, iguales que las
cerezas… No pertenecen a nadie. Son dueñas de ellas mismas.
Rosas…para mí ella es una rosa.
Es algo inalcanzable. Tina me sigue describiendo todo lo que ve a su alrededor
con tantos detalles que por un momento lo veo: veo las rosas, los animales, las
personas que pasan por nuestro lado y nos miran alegremente, la veo a ella: con
su pelo ondulando alrededor de su rostro, unos ojos brillantes y una sonrisa
resplandeciente.
Vuelvo a la realidad, la
oscuridad se adueña otra vez de mí y me encuentro solo, asustado. Una mano coge
la mía y la aprieta fuerte. Y así continuamos el resto del camino.
Las farolas se empiezan a
encender y su luz se proyecta en mi cara. Tina se detiene. Intuyo que se acerca
la despedida. Se acerca a mí y me abraza con cariño.
-Me ha encantado conocerte.
Espero que algún día nos volvamos a ver-se separa y se aleja de mí. Con cada
paso que da siento que mi mundo se vuelve a desmoronar. Ella es la última pieza
de mi puzzle, la que da sentido a mi existencia, la que me ayuda a continuar…
No huyo más. Me doy la vuelta y
la llamo.
Son dos palabras simples,
directas, hermosas, que reflejan todo lo que siento por ella: te quiero.
Unos brazos me rodean el cuello
y sus labios me susurran al oído:
-No te dejaré marchar, nunca.
Tina, ahora mismo eres lo único
que ocupa mi mente. Te quiero por haberme aceptado tal y como soy; por lo que
eres y por cómo me haces sentir, por lo que somos y por lo que deseo que
seamos; por esos momentos que hemos compartido, por pequeños que hayan sido. Te
quiero por ser simplemente tú. Te quiero… antes, ahora y siempre."
Que historia tan hermosa TT_TT
ResponderEliminarEs bellisima ¿va a haber una segunda parte?
(quede con ganas de mas *¬*)
Me encanta Alex ^^
por cierto, te nomine aun premio en mi blog: http://umobl.blogspot.com/2013/08/liebster-award-w.html
Besos
Muchas gracias, me alegra que te guste.
EliminarSi quieres que te sea sincera, no me lo había planteado. Te en cuenta que como era para un concurso y hay ciertas reglas tuve que precipitarlo todo un poco entonces... pero me has animado a que haya una posible segunda parte. ¿Quién sabe? A lo mejor me animo.
Gracias por el premio, me paso en cuanto pueda.
Un beso.