jueves, 18 de julio de 2013

"Amor virtual"

  



   Todo surgió detrás de una pantalla. Entre gráficos virtuales, avatares y nicks que ocultaban nuestra cara pero no nuestra alma. Primero fueron las presentaciones, seguidas de nuestras interminables e ingeniosas conversaciones. Siempre encontrábamos algún tema interesante, algo de que hablar. Algo que decirnos. Creados los primeros enlaces de amistad decidimos dar un paso más, avanzar para crear un ambiente más íntimo y personal. Nos dimos el Messenger.

   Entre estados que lanzaban indirectas y fotos de perfil con sonrisas provocadoras surgió lo que ambos habíamos estado construyendo en aquel mundo virtual, imaginario y que solo los dos compartíamos. Aprendimos a reír. Aprendimos a hacer de mi tiempo el tuyo y del tuyo el mío. Aprendimos a amarnos, con deseo, con pasión y con ternura. Aprendimos a apoyarnos el uno en el otro para hacer la carga menos pesada. Aprendí a dar menos importancia a las cosas y a tomarme todos los momentos con tranquilidad. Aprendiste a vivir la vida de otra manera, con mis locas ocurrencias. Pasamos de pensar en TÚ y YO a pensar en NOSOTROS. De esta forma avanzamos al siguiente nivel. El que nos permitía unir nuestras vidas, estuviésemos donde estuviésemos, hiciésemos lo que hiciésemos: el WhatsApp.

   Y así, de repente, sin darnos tiempo a hacer una copia de seguridad, un virus destruyó nuestro disco duro, borrando todas las páginas escritas día tras días, mes tras mes con paciencia, amor y unas ganas tremendas de ser felices. Volvimos atrás con la memoria formateada y con nuestra historia guardada en borrador, con las letras bloqueadas sin poder escribir más. Y de esta manera, como buenos alumnos que éramos: aprendimos a llorar.

   Pasó el tiempo y ahora, por una vez, no encuentro las palabras exactas. Rebusco en mi carpeta de Biblioteca algún tema interesante de que hablar, algo que quedase archivado, pero no hay nada que me satisfaga. Por una vez leo tu nombre en la pantalla y no te conozco, no sé quién eres y me pregunto qué es lo que fuimos. Cierro la pestaña y me sumerjo en mis quehaceres, sin tan siquiera intuir que por un momento tú te has sentido igual que yo.

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