“Un cúmulo de sensaciones que te golpean y te
inhiben de cualquier uso de razón. Tu mente viaja a aquellos hipotéticos
lugares en los que se puede encontrar él; tu mirada, delatadora, desvela a
través del brillo de la pupila lo que tus labios no se atreven a pronunciar.
Imaginar un <<para siempre>>;
planear un viaje juntos y adornar el árbol de Navidad. Discutir sobre qué
película ver. Gritar, pelear y después reconciliarse. Llorar cuando el llora,
reír cuando él ríe. Tarascar tus labios hasta tornarlos carmín cuando hueles su
colonia y el cosquilleo excitante que te recorre la piel, atiesando el vello de
brazos y cuello cuando notas sus manos en tu cintura y las yemas de los dedos
presionando tus caderas y el aliento a pasta de dientes en tu oído. Soñarle despierta,
pensarle dormida. Trabajar en el mismo proyecto y decir: lo que tenga que pasar, pero juntos. Hacer de sus ojos tu mundo y
de su risa un gemido. Tirar por la ventana los problemas y mandar a la mierda a
los envidiosos.”